jueves, 22 de abril de 2010

MALDITO DESPERTAR

Hoy ha sido uno de esos días en los que no quieres salir de la cama, porque ¿para qué hacerlo si no encuentras sentido a nada de lo que vas a hacer, ni tampoco puedes darle una solución a estos grandes dilemas que te planteas una y otra, y otra vez?

Por fin, después de horas y horas de dar vueltas pensando, y también intentando no hacerlo, para ver si te relajas y ves la vida de distinta manera, sales de la cama, y te metes en la ducha. Una ducha caliente en la que buscas confor y continuar con la sensación de somnolencia que tenías hace un rato que resulta tan conocida y cómoda que no quieres despegarte de ella... Pero no, hoy la ducha no es relajante, ni te despeja de tus dudas, y tampoco te provee esa sensación de seguridad que suele darte cada mañana antes de desayunar y aceptar que toca enfrentarse a un nuevo día.

Hoy ha sido sentir cómo miles de alfileres ardiendo se clavaban en cada uno de los poros de mi piel. No había escapatoria para ese sentimiento de derrota, de vacío caótico donde no hay nadie ni nada que pueda sacarte, porque eso eres tú, y esa es la espiral que hoy te ha tocado vivir.

Sólo esperas, sin hacer nada, a que pasen las horas, una tras otra, lo más rápido posible, con la esperanza de que el día que sigue a esta tortura sea diferente.

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