martes, 4 de noviembre de 2008

dime que hacer...

No sé qué paso, cómo, ni por qué. Me sentí a gusto, cómoda, como siempre.

Hablábamos, hacíamos el tonto y viendo si era posible que la noche se alargara lo más posible.


Te escuchaba y miraba como cualquier otro día, pero algo pasó cuando me decías las tonterías que habías hecho antes, y empecé a mirarte de otra manera, no se, con unos ojos más afectivos y receptivos, interesándome por tu vida... no se, no se qué pasó en un momento dado, cuando todo cambió y pasó a un plano diferente.


Tu querías algo, decir algo con los ojos, con palabras ambiguas y distantes, pero que a la vez propiciaban un pequeño acercamiento entre ambos.


Tenía miedo de interpretarte, a leer tu mirada, a sentir tus palpitaciones cada vez más aceleradas, intentando coger un ritmo al que, sin darme cuenta, mi corazón se iba aproximando, e incluso en un momento, creo que llegó a superarte por los nervios y la tensión retenidas, cuando ninguno de los dos sabía que hacer, donde mirar e incluso cómo salir de este choque emocional en que nos encontrábamos.


Parecía que todo se había quedado ahí, en un momento incómodo del que no sabíamos muy bien cómo salir. Parecía que veía la salida, una pequeña luz de emergencia encendida luciendo en medio de la nada, en una oscuridad que de pronto se había cernido sobre mi, pero si me giraba y miraba a lo que me rodeaba, todo seguía igual, menos tú, que ya eras diferente para mi.


No sé porqué dudé, porqué seguí en el túnel para, buscando un sonido, una palabra, un latido que me llamara, que me abriera la puerta o me hiciera girarme tranquilamente, olvidándome de todo, de las luces y sombras, del ruido, del frío, de ellos, de mí, de ti, de todos...


Pero no, esa voz no llegó, lo entiendo, pero aún así no lo llego a comprender del todo. En ese momento parecía lo más correcto, lo adecuado, lo que quería... pero hoy no estoy muy segura de si esa fue la decisión correcta. Sigo buscándote con la mirada, pensando, intentando verte en esa oscuridad, y que me veas, pero no llega el momento.


Este túnel es cada vez más oscuro y la luz se va apagando.


Me lo dijiste, me advertiste de que debía aprovechar las oportunidades que se presentan, vivir el momento y no pensar tanto con la cabeza. Tengo que aprender a dejarme llevar más por los impulsos y el corazón, dejando apartada la razón, pero necesito que me enseñes, que digas lo que debo hacer, si me giro y me miro, o ando hacia la saliera, lo seguro, el todo y la nada.


Ten paciencia, o no la tengas. Ven o alejate, pero hazme una señal o algo que me permita continuar.

No hay comentarios: